¡Oh! gran Diosa Ereshkigal, Señora de los descenso, tú que gobiernas y habitas las tierras del inframundo. Me abrazo y encarno en tu propio dolor.
¡Oh! señora de la Gran Tierra, tú que puedes escuchar mis lamentos y súplicas, he venido a adorarte.
¡Oh!, Señora de la oscuridad, tú que puedes mitigar el dolor y el sufrimiento, he venido a acompañarte.
Desde lo mas profundo de mi alma, Gran diosa Irkalla, he venido a escucharte.
Tú que brillas en lo mas profundo de la oscuridad, poniendo las mas duras pruebas en nuestro camino, serás venerada. Tú que reinas las tierras más frías y lejanas, serás acompañada.
Tú, Ereshkigal, que conoces de la soledad y la tristeza, serás amada.
Cada vez que pronuncio tu nombre estás presente. Por eso, a ti, antigua señora, desde lo mas profundo de mi alma he venido a agradecerte y recordarte.
Tu presencia me fortalece y tu ausencia me desvanece. Por que es en ti en donde encuentro el poder y la voluntad para seguir. Es a ti, Señora, a quien le suplico y le imploro.